Durante los años del boom inmobiliario los promotores inmobiliarios luchaban en un entorno feroz donde diferenciar sus promociones de viviendas de la competencia era un arma infalible para conseguir compradores. Las opciones eran múltiples: acabados de lujo, instalaciones de domótica o zonas comunes que aumentaran el valor subjetivo de la vivienda facilitando con ello su venta al tener un mayor atractivo.
Tanto es así que las urbanizaciones con zonas comunes, tanto deportivas como lúdicas eran las más demandadas a pesar de su mayor precio de venta. En términos generales el uso de las infraestructuras comunes en este tipo de urbanizaciones es siempre libre basado en la fórmula de la autogestión. Con un uso gratuito con el único requisito de ser propietario y realizar una reserva previa.
Las comunidades de vecinos se ajustan el cinturón.
Sin embargo, con la llegada de la crisis el mantenimiento de las zonas comunes en las comunidades de vecinos se convierte en un dolor de cabeza. Las infraestructuras que antes resultaban un atractivo ahora encarecen la cuota de la administración de fincas y complica el objetivo de mantener saneadas las cuentas de la comunidad de propietarios.
Equipamientos comunes para la comunidad como la piscina comunitaria, el gimnasio, la pista de padel o de tenis incrementan de manera considerable el recibo de la comunidad de vecinos incluso en los casos en los que no se hace uso de las instalaciones. Este hecho plantea una reflexión entre los propietarios que no disfrutan de las zonas comunes pero soportan su mantenimiento todos los meses.
El copago como fórmula de financiación.
Una solucion a esta nueva realidad es la individualización de los gastos. De esta manera sólo los usuarios que realmente hacen uso de las instalaciones comunes soportan el coste de mantenimiento en base a unas cuotas a debatir en la comunidad de propietarios.
Aunque requiere de un acuerdo previo en la comunidad de propietarios, soluciones imaginativas como el copago pueden resolver el conflicto en casos concretos. Ejemplos como parejas de ancianos que no hacen uso de la piscina o la pista de padel; o vecinos que son propietarios pero no residen en la urbanización de forma habitual; podrían quedar resueltos con esta fórmula.
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